Legado de una estrella fugaz
El intérprete Bobby Sherman, reconocido por su carisma y figura en la televisión y música pop de los años sesenta, falleció a los 81 años debido a complicaciones por cáncer terminal. Su esposa Brigitte Poublon dio a conocer la noticia, sin precisar el lugar exacto del deceso.
“Gracias a todos los fans que cantaron sus éxitos y le enviaron alguna carta”, expresó Poublon en una publicación de Instagram compartida posteriormente por John Stamos, recordando así la popularidad alcanzada por Sherman en su época dorada.
Ascenso meteórico en pantalla y discos
Su participación en programas musicales y series televisadas le permitieron consolidarse rápidamente. En 1965 se integró al elenco del espacio musical Shindig!, lo que marcó el inicio de su irrupción en el entretenimiento. Durante los siguientes años logró posicionarse con varios sencillos en la lista Top 10 de Billboard Hot 100, destacando títulos como Little Woman, Julie y La La La (If I Had You). Su álbum Here Comes Bobby permaneció durante 48 semanas en las listas de popularidad.
El artista también participó en producciones televisadas relevantes como La familia Partridge y Los Monkees, además de protagonizar Here Comes The Bride, producción que le granjeó miles de admiradoras semanales.
De ídolo a servidor público
Al finalizar su etapa artística, Sherman optó por un giro radical en su vida. Se formó como técnico en emergencias médicas y colaboró como instructor en el Departamento de Policía de Los Ángeles, impartiendo cursos de primeros auxilios y reanimación cardiopulmonar. Parte de su salario lo destinaba a donaciones institucionales.
En entrevistas posteriores, Sherman reflexionó sobre su trayectoria artística fugaz: “Podía cantar un himno tan solemne como el Auld Lang Syne y aún así la gente lo habría comprado, mi público era tan joven e impresionable que habría comprado cualquier cosa relacionada con Bobby Sherman”. Años más tarde, en 1997, declaró: “No cambiaría nada, excepto tal vez haber sido un poco más consciente de lo que vivía, porque probablemente habría disfrutado más. Fue mucho trabajo. Mucha sangre, sudor y lágrimas. Pero fue la mejor época”.